sábado, 20 de marzo de 2010

Conquista de lo inútil - Werner Herzog


Es extraño como un punto se diversifica y toma caminos paralelos, corrientes alternas que pueden volver a unirse con un poco de imaginación. Tal como Fitzcarralado soñó construir un varadero sobre la montaña para unir el río Marañon con el Ucayali en Iquitos, Perú, y con el dinero del caucho construir su Gran Ópera de la selva.
Lo primero que supe de Werner Herzog tiene que ver con Joy Division y la historia que narra que al momento de suicidarse Ian Curtis estaba mirando Stroszcek. En algún punto el recuerdo volvió cuando vi apiladas una sobre otras varias películas de Herzog en un puestito de la feria de San Telmo y sin dudar me llevé la de la "conquista de la inútil" y años después, leyendo uno de esos suplemento culturales domingueros, vi que se había publicado la bitácora "Herzogriana" sobre la filmación.
Herzog anotó en su cuaderno desde junio del '79 a noviembre del '81 sus experiencias en el campamento en el medio de la selva, su relación con los nativos campas, con historias de caos, desolación y mucha yuca, y por supuesto, los ataques de Kinski. Sencillo y agudo, el director alemán está al acecho, observando, hasta que el Amazonas lo consume y es uno más.

Extractos:


"Me sitiaron unos pájaros amarillos. Ayer a la noche luché en mi choza contra una renovada invasión de hormigas migrantes que me atropellaron con sus larvas, pero que eran fáciles de combatir por lo extraordinario de su tamaño. Primero lo intenté en vano tirándoles Baygon y al final barrí a los frenéticos guerreros por sobre el borde de mi galería hacia el pantano debajo de mí. Nuestro trabajo no se lleva bien con la naturaleza del Amazonas. El clima es malo, a las gallinas les va mal, a los conejos también. A los gusanos en la tierra les va bien. Ellos se alegran." 


"Hace días que acá en el agua estaba tirado un pato enfermo. Primero pensé que quizá estaba incubando, pero después de que ayer a la noche se asara sobre dos palos entrecruzados en el fuego de Zézé, me enteré de que el pato se subía siempre a los baldes de plástico con detergente de las lavanderas indígenas, porque al parecer le gustaban los baños de espuma. Debido a eso, sus plumas habían perdido la capa de grasa, y cuando intentaba nadar en el río, se hundía, embebido en agua."  

No hay comentarios:

Publicar un comentario