Aquellos que amamos los trenes y los viajes, las rutas semi dormidas al amanecer, el sonido del bebop naciente y los chiflados que siempre se cruzan en nuestro camino sabemos que en Kerouac siempre habitará en los momentos de onirismo metafísico. Casi biográfico, Burroughs, Ginsberg, Ferlinghetti y el gurú del volante Neal Cassady van ilustrando las ciudades, como insipientes hipsters, hasta sacar la careta del american way of life y llegar a México a fines de los '40. Por supuesto, al libro nunca lo devolví.
Extractos:
"...Me desperté cuando el sol se estaba ya enrojeciendo y se produjo entonces el momento más extraño de mi vida, el momento en que llegué a ignorar quién era yo: estaba lejos de casa, obsesionado y cansado por el viaje, en una habitación de hotel barato que nunca había visto en mi vida, oyendo los siseos del vapor procedentes del exterior, los crujidos de la vieja madera de hotel, pasos en el piso de arriba y toda clase de ruidos melancólicos. Miré hacia el techo lleno de grietas y realmente no supe quién era yo durante unos quince segundos. No estaba asustado; simplemente, era otro, un desconocido, y toda mi vida era una vida de aparecido, una vida fantasmal. Estaba a mitad de camino a través de los Estados Unidos, en la línea divisoria entre el Este de mi juventud y el Oeste de mi futuro, y tal vez fuera eso lo que sucedió allí en aquel momento, en aquel rojizo atardecer."
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